A más control menos control

A más control menos control. Controlar más de cuenta lleva a no controlar nada, por saturación. Hay empresarios que creen que cuanto más controlen a sus empleados, mejor saldrá el trabajo adelante. Cuando es justo lo contrario. ¿Por qué?

Controlar vs confiar

La actitud de hipercontrol proviene de la exigencia y las obligaciones que nos hemos impuesto en esta cultura occidental, acentuada por el mundo empresarial, en la que todo se controla.

Si este control se ejerce a nivel jerárquico de arriba a abajo, se corre el riesgo de poner la vigilancia en el centro de todo, abusando de ella.

En cierto modo, es un concepto opuesto a la confianza.

Si decido confiar en las capacidades de mis colabores, no necesitaré controlar cómo lo hace, puesto que confío en dicha persona.
En cambio, si decido de entrada desconfiar de tal persona, precisaré un gran control en todos sus pasos, ya que no me fio de ella.

“Cuando ejercemos el control sobre otra persona a un nivel profundo le estamos transmitiendo el siguiente mensaje: “No confío en ti. Quiero que las cosas se hagan a mi manera. No creo que seas capaz de hacerte responsable” Y este juicio, provoca en la otra persona dos posibles respuestas: la resistencia o la omisión”.

Cita extraída del libro “No es lo mismo” sobre distinciones del lenguaje para el coaching.

El qué y el cómo

A veces como jefes, confundimos lo QUÉ hay que hacer con el detalle extremo sobre el CÓMO hay que hacer una cosa.

Lo importante para la empresa es que se cumpla un objetivo o algo en particular. Lo secundario es cómo la persona a la que se le delega la tarea haga lo que se pretende con ciertos grados de libertad.

Está comprobado que cuando se delega una tarea a una persona en la que confiamos, realizará su trabajo de manera comprometida, buscando las formas de realizarlo lo mejor posible.

Por contra, si no confiamos en dicha persona, y no hemos hecho lo necesario para formarla, entraremos en exceso en los detalles de cómo hay que ejecutar el proceso.

Al final resultará frustrante por ambas partes:

Por el que delega, porque tendrá que controlar todos los pasos.

Por el que recibe el encargo, porque aprecia que no se le valora y hará estrictamente lo mínimo que se le ha pedido.

Controlar lo importante

En la gestión empresarial hay muchas ocasiones en las que se controla todo, incluso aquello secundario que no merece la pena ser controlado.

También veo empresas que hacen lo contrario: No controlan nada y nunca saben dónde están.

A mi entender hay que concentrarse en controlar los QUÉ más importantes.
Y no perder el tiempo en controlar QUÉ irrelevantes.
Sobre todo, no controlar los CÓMO.

¿Control o seguimiento?

La función de control es propia de la actividad empresarial. Pero por las connotaciones que tiene el exceso de verificación, así como su oposición a la palabra “confianza”, prefiero buscar un sinónimo más constructivo.

Yo prefiero la palabra “Seguimiento“.

Control puede significar: falta de confianza, fiscalización, ausencia de autonomía, lo que puede llevar a la resistencia, desesperación o pasotismo.
Seguimiento puede significar: cada cierto tiempo veremos el avance del encargo, resolveremos las dudas y propondremos nuevas soluciones, lo que nos llevará a más autoestima, autonomía y mejores resultados.